Es indudable que las grandes corporativas farmacéuticas son el cáncer de la sociedad actual y mientras se les siga alimentando no habrá posibilidad para detener la muerte de nuestro orden social.
No hay que ser un genio para saber que desde hace mucho tiempo toda esta industria se ha dado a la tarea no solo que crear medicamentos dañinos si no que además el proceso de creación de dichas medicinas conlleva un proceso de explotación animal ya que para poder sacar un producto nuevo se tiene que poner a prueba, lo que se conoce como experimentación animal controlada.
Los avances científicos requieren de un proceso metodológico, objetivo y concreto para poder avanzar, es por eso que muchas veces requiere sacrificios que ante los ojos de la sociedad pudiera ser negativo.
Si bien es cierto que actualmente se cuenta con una legislación para tener mas control respecto a los porcentajes de animales que se utilizan para los testeos, sigue habiendo un porcentaje enorme de experimentación animal del cual no tenemos conocimiento y nadie habla de esos números.
Ahora, el proceso de compra y demanda obliga a las farmacéuticas a sacar productos de «alta calidad» para que sea un negocio rentable ¿correcto?, muchos medicamentos ya son sintéticos, es decir, fabricados en el laboratorio en lugar de extraídos de la naturaleza. Algunos de ellos han nacido en una probeta desde el principio. Otros, en cambio, son los productos naturales de toda la vida pero elaborados industrialmente porque resulta más rápido o barato, para evitar esquilmar las plantas de las que antaño se extraían (hacía falta talar unos cien tejos para obtener un solo frasco de paclitaxel, un quimioterápico que hoy se sintetiza en el laboratorio). O, simplemente, porque sólo mediante procedimientos industriales es posible producir la cantidad de fármaco necesaria para abastecer al mercado.
Pero que pasaría si parte de la investigación que invierten en crear productos sintéticos nuevos la destinaran tambien a la medicina natural. No hay que suponer que una sustancia sea necesariamente mejor por ser natural que por ser artificial o sintética. Al fin y al cabo, la cicuta, el cianuro, las toxinas de las setas venenosas y el veneno de escorpión son productos tan naturales como la miel de abeja. Por otro lado, precisamente en el campo de la oncología, la mayor parte de los medicamentos que hemos venido empleando han sido obtenidos de la naturaleza; de bacterias, hongos, plantas, minerales o, incluso, animales.
Al final, sucede en el ámbito farmacéutico algo semejante a lo observado en cualquier otro, la electrónica, los automóviles o el que usted prefiera; que suelen ser lo mejores productos los que consiguen imponerse y resultan más rentables a largo plazo. Lo primero que aprende un aprendiz de industrial farmacéutico es que, si quiere ganar mucho mucho dinero, necesita una medicina buena de verdad.
Esta «buena medicina» resulta que se normaliza y se distribuye en todo el mundo para supuestamente curar a la poblacion y tenemos como resultado porcentajes e indices de mortalidad alarmantes que siendo objetivos no podemos culpar al 100% a dichas medicamentos pero claro que forman parte del problema.
¿Qué pasa con la investigación de la medicina natural?
Los procederes de la medicina natural y tradicional tienen generalmente en común el objetivo de prevenir y tratar enfermedades. Así, la intención de mantener la salud como la misma vida y tan inherentes a los seres vivos para utilizar lo bueno y defenderse de lo malo.
Para algunos, la medicina natural y tradicional está constituida por un conjunto de práctica y medicamentos, susceptible de explicación o no, utilizados para prevenir, diagnosticar y eliminar los desequilibrios físicos, mentales o sociales y que se basan exclusivamente en la experiencia y la observación práctica trasmitido de generación en generación, oralmente o por escrito.
Los procederes utilizados en la medicina natural y tradicional, tienen generalmente en común el objetivo de prevenir y tratar las enfermedades a través de la activación de las propias capacidades o de los recursos biológicos naturales conque cuenta nuestro organismo, al mismo tiempo que rearmoniza a esta con la naturaleza, de allí la utilización de ejercicios, dietas, plantas, etcétera.
Así, la intención de mantener la salud, es tan antigua como la misma vida y tan inherente a los seres vivos, que tanto las plantas como los animales tienen sus propios mecanismos para utilizar lo bueno y defenderse de lo malo, que existe en nuestro entorno, de esta manera natural se mantiene el equilibrio ecológico.
Sin embargo, el hombre, con su bien intencionado afán de aprovechar óptimamente los recursos de la naturaleza, los ha utilizado irracionalmente, ha creado innumerables productos químicos para combatir enfermedades y epidemias, con las consecuencias que todo ello produce sobre nuestro organismo.
¿Qué pasa con la marihuana?
Las políticas sobre la marihuana han cambiado, y su consumo con fines médicos y recreativos se ha legalizado en varios estados.
Estas modificaciones sugieren que la marihuana está ganando más aceptación en la sociedad. Por ese motivo, es particularmente importante que las personas comprendan qué es lo que se sabe, tanto sobre los efectos perjudiciales para la salud como los posibles beneficios terapéuticos que se atribuyen a la marihuana.
A grosso modo las posibles propiedades medicinales de la marihuana y sus componentes han sido tema de investigación y polémica durante décadas. En sí, el THC tiene beneficios medicinales comprobados en ciertas formulaciones.
La Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (U.S. Food and Drug Administration, FDA) ha aprobado medicamentos elaborados a base de THC, tales como el dronabinol (Marinol ) y la nabilona (Cesamet ), recetados en forma de píldoras para el tratamiento de náuseas en pacientes que reciben quimioterapia para el cáncer, y para estimular el apetito en pacientes que tienen síndrome consuntivo debido al sida.
También se han aprobado o se están estudiando otros medicamentos elaborados a base de marihuana. El nabiximol (Sativex), un atomizador bucal disponible actualmente en el Reino Unido, Canadá y varios países europeos para el tratamiento de la espasticidad y el dolor neuropático que pueden acompañar la esclerosis múltiple, combina el THC con otra sustancia química de la marihuana denominada cannabidiol (CBD).
CBD no tiene las propiedades gratificantes del THC, e informes anecdóticos indican que puede ser prometedor para el tratamiento de trastornos convulsivos, entre otros. En Estados Unidos se está probando un medicamento líquido a base de CBD llamado Epidiolex para el tratamiento de dos formas graves de epilepsia infantil: el síndrome de Dravet y el síndrome de Lennox-Gastaut.
En general, los investigadores consideran que los medicamentos como estos, que usan sustancias químicas purificadas derivadas de la planta de marihuana o basadas en ella, son más prometedores desde el punto de vista terapéutico que el uso de la planta de marihuana entera o sus extractos crudos.
La elaboración de fármacos con sustancias derivadas de plantas como la marihuana ofrece numerosos retos. Estos derivados pueden contener cientos de sustancias químicas activas y desconocidas y puede resultar difícil elaborar un producto con dosis correctas y uniformes de esas sustancias.
El uso de la marihuana como medicamento también representa otros problemas, como por ejemplo los efectos perjudiciales de fumar y el deterioro cognitivo que induce el THC.
No obstante, cada vez son más los estados que han legalizado la dispensación de marihuana o sus extractos a personas que padecen de diversos trastornos de salud.
¿Qué pasa en México con la medicina cannábica?
La regulación de la marihuana en México ha avanzado a trompicones, pero hasta hoy son pocos los logros que se pueden celebrar.
Diversos sucesos han entusiasmado a las personas que alcanzan a entender los beneficios de una regulación basada en la experiencia internacional y con perspectiva de justicia social. Por ejemplo, en 2012 los jefes de Estado de Colombia, Guatemala y México solicitaron a los países miembros de la ONU realizar una conferencia para revisar la política internacional de drogas y poner énfasis en derechos humanos, prevención y salud pública.
En aquel foro, que se llevó a cabo en 2016, el entonces presidente de México reconoció el fracaso del prohibicionismo, propuso aumentar el umbral de la dosis máxima de posesión para uso adulto (de 5 a 28 gramos) y relajar las leyes que impedían a las personas acceder a medicamentos derivados del cannabis. Fue así que, en un repentino cambio discursivo, el otrora titular del Ejecutivo federal firmó una iniciativa de reforma para garantizar la disponibilidad del cannabis para uso medicinal. En 2017 se modificó la Ley General de Salud en México para reconocer los amplios usos medicinales del cannabis, lo cual obliga al gobierno a garantizar su acceso como parte del derecho a la salud.
No obstante, el umbral de dosis máxima permitida nunca se modificó y hasta la fecha no se han emitido las disposiciones secundarias que permitan la elaboración de medicamentos derivados del cannabis en México, por lo que es necesario importarlos a precios inaccesibles para la mayoría de los pacientes.
En paralelo a los llamados al cambio en el plano internacional, diversos esfuerzos han dado atisbos de cambio en el plano nacional. Por ejemplo, en 2015 un grupo de activistas mexicanos solicitó a la autoridad sanitaria del país un permiso para cultivar marihuana para uso adulto. El caso llegó a la Suprema Corte y se sumaron otros más.
A finales de 2018, dos senadores de la bancada mayoritaria presentaron una iniciativa de ley para regular la marihuana, tanto para uso adulto como medicinal. Dicha iniciativa no prosperó; sin embargo, en 2019 el máximo tribunal resolvió por quinta ocasión que la prohibición de la marihuana es inconstitucional al contravenir el libre desarrollo de la personalidad.
Esto abrió la puerta para que cualquier adulto pudiera solicitar un permiso para cultivar marihuana para uso personal, pero sobre todo obligó al Congreso de la Unión a legislar para subsanar dicha contradicción, lo cual hasta el momento no ha sucedido.
A diferencia de lo que sucede en México, la autoridad sanitaria de los Estados Unidos aprobó en 2018 el primer medicamento derivado de cannabis (el Epidiolex) que se usa para tratar las convulsiones asociadas al síndrome de Lennox-Gastaut y el síndrome de Dravet. Décadas atrás, en 1985 había aprobado un medicamento que contiene cannabinoides sintéticos (Dronabinol) y que se utiliza para prevenir las náuseas y el vómito de la quimioterapia, así como para promover el apetito de pacientes con anorexia o VIH.
El reglamento de cannabis medicinal mexicano obliga a distintas autoridades dependientes de la Presidencia de la República a armonizar su normatividad para que se garantice el acceso a cannabis medical como parte del derecho a la salud.
¿Entonces puedo comprar productos de CBD?
Sí, actualmente existen diversas opciones de productos con CBD, y que no contienen THC. Esto hace que su venta sea completamente legal y permitida. Puedes adquirirlos en tienda o en línea, siempre asegurándote de que estás comprando un producto confiable.
Actualmente, en México existen varios productos en el comercio informal que aseguran tener CBD, o incluso TCH. Elizalde resalta: “El problema de comprar en el mercado un producto que no está regulado, no conoces la empresa, no sabes si el importador es legal, y no tiene algo que lo respalde, lo cual es peligroso.
En el mejor de los casos, estos productos no tienen cannabidiol, entonces estás usando un placebo. Otras son extracciones caseras, lo cual es peligroso ya que debe ser manejado por un profesional de la salud que tenga un estricto control porque te puede causar un problema para la salud. Las personas que lo venden no están capacitados para decir como usarlo y los consumidores no saben cómo hacerlo”. Así que, si buscas estos productos, hazlo en el comercio formal, siempre revisando si es una empresa confiable.
¿Para qué puedo usar el CBD?
El CBD se puede recomendar para tratar epilepsia, entre otras condiciones. Los usos de los cannabinoides en los humanos es muy amplio, el hecho de que pueda regular el sistema cannabinoide y que vaya a dos receptores muy ligados al sistema central nervioso y al sistema inmune hace que puedan usarse como ayuda para tratar un tipo de problema o desorden en el sistema central nervioso, como Parkinson, Alzheimer, demencia, epilepsia, y también para enfermedades autoinmunes, según explica Elizalde, quien también señala que pueden ayudar a “dormir mejor, bajar niveles de estrés, tener mejor rendimiento en actividad física. El hecho de que tu sistema nervioso central esté regulado te ayuda en el día a día».
Sin embargo, en el aspecto paliativo, existen otras opiniones. La Dra. Mafer Arbolada, anestesióloga especialista en dolor crónico y cuidados paliativos y experta en cannabis medicinal, quien señala que –para que un medicamento funcione– debe tener THC. «Es común encontrar cremas de CBD, pero al momento no puedes usar un cosmético para tratar una enfermedad. No puedo decir que una crema con CBD puede tratar el dolor”.